No podemos recordar un olor, es curioso (cada neurona olfatoria, sólo sobrevive aproximadamente 60 días, siendo reemplazada después por una célula nueva) pero sí podemos evocar los recuerdos que genera tal o cual olor en nosotros. El olfato es un sentido que nunca descansa, debido a que estamos expuestos en todo momento a las fragancias del ambiente, de la naturaleza, de las personas o de las cosas, aún cuando estamos dormidos. Percibimos los olores por la nariz, que alcanzan la mucosa olfativa, donde se encuentran las células olfativas sensoriales, las células de sostén y las células basales. El moco acuoso es el encargado de transportar los aromas a los cilios que transforman estos olores en señales químicas. Las prolongaciones nerviosas de las células olfativas alcanzan el bulbo olfatorio terminando así en los glomérulos que es donde se procesan las señales aromáticas que son conducidas por las células receptoras especiales hacia el sistema límbico y al hipotálamo.
Vayamos por partes.
El hipotálamo regula el hambre y la saciedad, la temperatura y el sueño. Es decir, que de algún modo, directo o indirecto, deberemos estimular dicha parte del cerebro para programarnos un descanso reparador.
El sistema límbico -uno de mis preferidos ;-D- es un sistema formado por varias estructuras uretrales que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones (placer, miedo, agresión...), la personalidad, el aprendizaje y la conducta. Está formado por partes del tálamo, del hipotálamo, del hipocampo, de la amígdala cerebral, del cuerpo calloso, del séptum y del mesencéfalo.
El sistema límbico gestiona la mente emocional del cerebro, que es mucho más rápida que la mente racional y se activa con rapidez sin detenerse a analizar las consecuencias de una acción, sigue una lógica asociativa y un pensamiento categórico. La mente racional, en cambio, establece relaciones entre causas y efectos, y como se apoya en evidencias objetivas, puede re-evaluar una situación concreta y cambiar una conclusión previa.
Hoy, por ejemplo, llueve.
El olor a tierra mojada es uno de mis olores preferidos, por decirlo de algún modo. No sólo me trae recuerdos a mi tierra sino que me conecta con la esencia de la naturaleza de un modo especial. Cuando llueve, siempre respiro con más conciencia (otro día, por cierto, hablaremos de la respiración y de la relajación); cuando intuyo ese olor a tierra humedecida, mi caja de recuerdos se abre y fluyen como viejas melodías. Supongo que mi sistema límbico se activa y las sensaciones se van posando en ese engranaje increíble (y desconocido) que es nuestro cerebro.
Mañana más, que este tema da para varios post.
De momento, haced conscientes los olores de vuestra vida; mejor si son agradables, dicho sea de paso. Y valorad lo que supone en vosotros que se active vuestro sistema límbico...
Un besito otoñal,
que a veces se tiñe de melancolía...
:-O
3 comentarios:
Os voy a contar algo curioso que corrobora todo lo que Larri dice.
Hace bastantes años (como 20) viví una época muy plena en mi vida, y sobre todo conocí a una persona que me marcó mucho, y fué muy importante para mí a nivel de amistad y aficiones (y no estábamos implicados en el sentido sexual o de "pareja").
Yo en aquella época usaba una colonia que ha desaparecido y ya no se vende.
Pero... me quedé con un frasco que duerme en un cajón de mi baño y que guardo como algo muy valioso.
Pues bien, de vez en cuando, y consciente de lo que voy a hacer, lo abro y aspiro de él con los ojos cerrados y... es increible, pero durante unos segundos regreso a aquella época, a aquella ciudad,a aquellas vivencias, a aquella persona... Me encanta hacerlo. Es verdadera magia.
Hoy me he enterado de que es debido a mi "sistema límbico", jajaja. Gracias, Larri.
Hola señorita ternura, gracias por la lección... vaya con el sistema límbico, yo debo tenerlo muy desarrollado , pues hay olores que me hacen recordar infinidad de situaciones , felices la gran mayoria...
El olor a horno de pan, cuando se aproximaba la Semana Santa... una determinada colonia, las higueras en verano, la piel de mi chico... ummmm tantos buenos momentos.
Gracias de nuevo preciosa.
Besitos con aroma de canela
Yo, como soy de secano, disfruto mucho cuando, monte a través, rozo los matorrales de jara y las matas de tomillo. Recuerdo aquellos años mozos, tan lleno de sensualidad, en los que trotaba por el monte junto con personas a las que recuerdo con cariño. Bueno...lo de la sensualidad no se me ha pasado, ja,ja,
Pero, Larri, presumo de reconocer un montón de plantas por su aroma, ¿cómo dices que no se recuerdan los olores?
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