jueves, 4 de marzo de 2010

** LOS HOMBROS, plis! ;-)

 Hoy me voy a poner un poco más seria y un poco menos sensitiva que de costumbre, porque no hay día en que no tenga que llamar la atención a alguien por la terrible postura corporal con que nos lanzamos al mundo. Dos son los grandes caballos de batalla con los que nos enfrentamos a diario, a saber: los hombros (sí, muy bien, todos los habéis puesto en su sitio ahora mismo ;-D) y los pies. Vayamos por partes.



Los hombros hay que cuidarlos con mimo, os lo he repetido hasta la saciedad; soportan tensión, estrés y preocupaciones. Apoyan a las cervicales, al trapecio y son punto de apoyo de los omoplatos. Son pequeñitos pero fuertes y desde luego básicos para nuestra vida cotidiana. Por eso insisto tanto en que los cuidemos, porque una mala postura continuada, acabará por rotarlos hasta un punto en el que ya después no podamos hacer nada por recuperarlos. Los hombros han de alinearse lo máximo posible con la clavícula y estar descansados y libres de rigidez. Debemos repartir el peso entre los dos y adopar posturas correctas, naturales y sanas. Este buen propósito se desvanece en tres contextos: frente al ordenador, conduciendo el coche y en el sofá. Vale, son condiciones inevitables pero no por ello debemos dejarnos vencer por cierta dejadez innata que nos asalta en materia de salud.




Casi todos hemos hecho algún curso más o menos intenso y específico sobre prevención de riesgos laborales; al igual que todo el mundo debe adecuar su espacio laboral a las condiciones recomendadas, en casa también deberíamos hacer un esfuerzo por acondicionar nuestras herramientas vitales. El ordenador, en un espacio con suficiente luz natural, con una altura adecuada, con un reposapiés, con una mesa acondicionada, regulado en altura...



En el coche, es cierto, es más difcícil, pero no por ello imposible. Es básico regular el asiento a nuestra altura y a la proporción de nuestras extremidades. La espalda ha de ir descansada, procurando que tanto lumbares como la parte trasera del hombro estén apoyados y protegidos. Porque la tensión de la propia conducción junto con la facilidad que nos otorga un trayecto -sobre todo si vamos solos- para pensar en nuestras preocupaciones, es una bomba que no hace sino agravar el cansancio del dorsal.




Y el sofá... ¡¡qué decir de este delicioso deporte!! Pues que las malas posturas del sofá pueden acarrear problemas de contracturas y dolores por situar el eje de la gravedad en un lugar que no le corresponde. Así posamos el peso de algunas partes de nuestro cuerpo en otros lugares no preparados para tal fin. Y al final de la jornada, en vez de estar descansados, nos acaba doliendo todo.

Me quedaría un breve apunte sobre un buen colchón y una buena almohada...pero lo dejaremos para otro día. Hoy me conformo con que hagamos consciente nuestro cuerpo y en concreto los hombros: cómo los situamos, cómo repartimos el peso, dónde está nuestro eje, cuánta tensión descargamos en ellos... y cuando seamos conscientes de los momentos en que estámos rotándolos más de la cuenta, hagamos el pequeños esfuerzo de corregirlo. Es un momento sencillo, relajar y rotar a su sitio. Nada más.Si conseguimos que se convierta en un reflejo natural, conseguiremos que nuestros hombros estén más descansados y por ende, que nos duelan menos todas las zonas que participan junto a ellos.


 
 


Y mis chicos altos, sé que a veces cuesta ir por el mundo con esos centímetros de altivez que la naturaleza se ha encargado de repartiros, pero precisamente, y como la naturaleza es sabia, es posible que haya repartido a quien puede lucirlos por todo lo alto. Así que no os encorvéis, no queráis parecer lo que no sóis, no os preocupe agacharos para dar un beso o un abrazo.


Recordad que le mejor medicina es la prevención, aunque suene a tópico manido.
Os voy a hacer un exámen, un día de estos... ;-)
Y sobre los pies, hablamos otro día.





¡Besitos de jueves soleado!
(esos hombros...)

1 comentario:

Galeón dijo...

Gracias por los consejos,los tendré en cuenta porque paso buena parte de la mañana sentado y suelo acudir con frecuencia a darme algún que otro masaje, quizá por eso contacté con tu página. De todo lo que he leído me quedo con LOS ABRAZOS QUE SANAN.

Besos.