jueves, 3 de marzo de 2016
** DE AMORES VARIOS...
Me he enamorado de la cocina. Ya sé que suena un poco friki pero en mi caso y con mi historial, eso es todo un logro. Enamorarse, al fin y al cabo, es una cuestión de magia, de esperanza... y de fe. Y cuando sentimos que el alma sonríe sin necesidad de fuegos artificiales, entonces llega esa vertiginosa sensación de felicidad que a veces solo dura un segundo. ¡Pero qué increíble momento! Otras veces la felicidad se queda de compañera de viaje y somos capaces de recoger miles de gotas de lluvia en una taza azul... Así es la vida. Y momentos así me regala a mí la cocina.
Confieso -con el morrete un poco torcido-, que en esta gesta he tenido de ayudante a un super robot de cocina; traerlo a mi cocina fue una de las mejores decisiones que tomé hace ya un par de años y por la que cada día doy gracias. Hay decisiones que nos llenan de luz y que deshacen el gris. Y eso siempre gusta ;-)
Y gracias a todo esto, además he establecido otro vínculo amoroso con la comida y la forma de cocinarla; he aprendido a respetar los regalos de la naturaleza, a escuchar los tiempos de las estaciones, a combinar (o no) los nutrientes... Consciencia meditativa ;-)
Espero que vosotros también os enamoréis del saloncito.
Y os regaléis tiempo de paz, al calor de la ternura.
Mil besos, mis chicos.
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